Anoche vino mi padre a buscarme, a invitarme a una cerveza. Hacía años que no tomaba una, pero no he dudado, fuimos al bar, nos apoyamos en la barra, y charlamos mientras el amargor me recorría la garganta. Reímos un rato, compartimos anécdotas, bebimos de nuevo. El despertador desconsiderado nos hizo marchar sin pagar, y tampoco anoche pude decirle cuanto lo echo de menos.
martes, agosto 17, 2004
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2 comentarios:
Dani, esto es hermoso. Hace un mes, un par de amigos argentinos, expareja ellos, me preguntaron por mi padre mientras nos tomábamos un merlot en la plaza de Santa Ana... como lloré! Nunca había llorado así. Hoy un escalofrío eléctrico me ha hermanado contigo, mi saliba tambien mojaba la almoada a la hora del despertador, las lagrimás ya fueron.
un abrazo!
¡Como me hagais llorar os parrrrto la cara :-P!
Es bonito recordar, así los sueños son mejores, seguro que la próxima vez le dirás cuanto le echas de menos.
Besos para los dos,
Sonia
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