martes, marzo 21, 2006

Me traje un invitado al Sur

Tras leer el párrafo, un poco de aire logró entrar en mis pulmones. Eso. Eso era. Pero, ¿cómo usarlo? Miré, miré y miré el texto, las letras negras, de imprenta. Intenté buscar su rastro. Era difícil, traducido como estaba. Pero seguí mirando. Ladeé la hoja, la miré de perfil. Quité la pantalla a la lamparita de la mesilla de noche y con la bombilla a escasos centímetros, logré encontrar rastro, en el borde de una ge. Con cuidado lo levanté usando la uña del índice. Un error, y lo perdería. Saqué la pluma, la mantuve a mi alcance, y tiré un poco más. Al fin conseguí asidero suficiente, y antes de darme cuenta giraba y giraba en la rotativa para caer pesadamente al suelo, junto al escritorio donde tecleaba él, con su cabello blanco algo agitado. Se sobresaltó al verme

-Y tú, ¿quién eres?
-Dani. Pero eso no importa. Necesito que me haga un favor.
Me miró en silencio. Miró mi mano derecha, pluma en mano. Eso pareció tranquilizarle.
-Y bien, ¿Qué quiere? ¿Qué buscas?
-Verá, Señor Ray. Estoy pasando una racha dura, difícil. Estoy cansado. Y me da vueltas y vueltas una idea en la cabeza. Pero no logro reunir fuerzas ni habilidad para sacarla. Y entonces me encontré con sus letras. Casi, casi, me sirve un trozo de algo que escribió hace años.
-Ya veo. Qué quieres ¿plagiar?
-¡No, no! ¡Nunca haría eso! Es solo una cita. Unas cuantas líneas, para quedar a gusto y dormir esta noche algo más despejado. ¿Me las presta?
-¿y que gano yo con eso?
-Pues, ¿Conoce el sur? Puede venir un rato conmigo
Sonrió
-Trato hecho. Vamos
Cogió un papel en blanco, con un gesto me pidió mi pluma. Al momento , Ray iba escribiendo en el folio:


-Tom-dijo Douglas-, prométeme algo, ¿si?
-Prometido, ¿qué es?
-Eres mi hermano y te odio a veces, pero no te separes de mi, ¿eh?
-¿Me dejarás entonces que ande contigo y los mayores?
-Bueno…si… aun eso. Quiero decir que no desaparezcas, ¿eh? No dejes que te atropelle un coche y no te caigas en algún precipicio.
-¡Claro que no! ¿Por quién me tomas?
-Y si ocurre lo peor, y los dos llegamos a ser realmente viejos, de cuarenta o cuarenta y cinco años, podemos comprar una mina de oro en el Oeste, y quedarnos ahí, y fumar y tener barba-
-¡Tener barba, Dios!
-Como te digo. No te separes y que no te pase nada.
-Confía en mí
-No me preocupas tú-dijo Douglas-, sino el modo como Dios gobierna el mundo
Tom pensó un momento.
-Bueno, Doug-dijo-, hace lo que puede.



Me alargó el papel, ya vivo, y con una sonrisa, dijo:
-Bien, muchacho. Y ahora, muestrame tu Sur

miércoles, marzo 01, 2006

Reencarnación

Si supiese que pudiera elegir
nacer de nuevo después de esta vida,
solo pediría recordar, al menos, una cosa.
Que yo elegí volver a nacer