viernes, julio 15, 2005

INERCIA (Antiguo)

Todo consiste en no creernos demasiado a nosotros mismos, o en creernos hasta el final, hasta que ya no sepamos si dudar, en que ya no tenga sentido dudar que lo que decimos es verdad, hasta para nosotros. En creernos nuestra realidad.

- Mi sueño es irme, viajar.
Y quizás él, que no puede ir, que no se atreve a pedirle
-Quédate.

Y tan solo asiente, y sufre. Y ella, por supuesto, no quiere irse, o al menos, no sueña con irse sola. Sueña con él diciéndole que no, que por favor, que se quede con él o incluso con él yendo con ella. Y hablaran alguna que otra vez de esa sombra que ambos proyectan y que les atenaza. Puede que, casi como ejercicio, ella vaya a ver cosas necesarias, haga algo parecido a planes, planes que puede que incluso cuente, se los cuente a él. Y él, que no puede irse pero la quiere, rabia por quererla y no osa contradecirla, se calla mil veces y dos mil cambia la frase
-Por favor, no te vayas
por
-Por fin encontré el disco que buscaba
U otra de la familia.
Y hará o harán, quien sabe, alguna compra. Compartirán el momento de las dudas, alguna pelea.
-Eso no, eso es horroroso, ¿eres tonto?
Y seguirán representando. Ella, que se va, él, que lo acepta. Y llegará una compra, una compra que la convenza o la atrape, quien sabe. Un pañuelo, una maleta, un definitivo billete, el que ponga hora y fecha. ¿Lágrimas sin motivos? ¿No son motivos? Para los dos. Hablarán y habrán lágrimas. Ella estará sonriendo y maldiciendo, nerviosa, se va, es su sueño, dime algo, abrázame, que me quede. Y él, atento y también nervioso, te irá bien, lo verás, cambia de opinión o acabarás conmigo, ¿no lo ves? Y aunque tan solo cada uno lo sepa, están llorando con vasos de por medio, se beben su pena y abrazan la mentira. ¿Culpa de ella, querer tener que querer hasta renunciar a un sueño creado? ¿Culpa de él, no querer pisarla a ella ni por amor, no poder ir con ella pese lo que pese? ¿Y de quién? Vamos, ¿culpa del sueño? ¿de la maleta, el billete o el pañuelo? ¿Culpa de la sábana que sudan cada uno, tristemente por separado? ¿O es del reloj, que solo está para mentirnos diciendo que cada segundo dura lo mismo y que, preparados o no, el momento ha llegado? El reloj, el sueño, la torpeza y la lealtad la hemos creado juntos ella, él, tu, yo.
Y al llegar al momento se abrazan y ella sonríe, se casi cree el sueño; y él, casi ríe, se casi alegra de su derrota. Hasta lleva algún bulto. Y un regalo de despedida, que da, y otro, que guarda.
-Escríbeme.
-Lo haré.
Y llega un vértigo, porque ella no lo hará, no quiere, él no le ha dicho
- Quédate.
Y el sueño está rodeándola, es obvio, tiene que ser real, tiene que ser lo que quiere. Y sabe que no lo hará, aunque reciba algunas líneas. Porque parte, y el separarse es cumplirse un sueño, o dos, o cientos. Cientos de sueños de amor expresado y reclamado hasta destrozarnos la vida.

viernes, julio 08, 2005

Desayuno

Me senté en la única mesa libre haciendo equilibrios, el plato con las tostadas en una mano, el café en la otra y el periódico apretado con bajo el brazo.
Ella entró en el bar y al verme fue derecha a mi y se sentó.
-Hola. Perdona que me presente así, pero tenía que decírtelo cuanto antes. Me voy. Tengo que dejar nuestra vida. No quiero que volvamos a vernos hasta que seas otra vez mágico. No vengas a buscarme hasta que vuelvas a controlar mis sonrisas a voluntad.
Se levantó, me besó la mejilla al pasar y siquiera me dejó su nombre para tratar de conjurarla.

jueves, julio 07, 2005

Metamorfosis

Escribiendo en el ordenador siempre me dio pena, al corregir alguna palabra, eliminar todas las letras que la forman. Así, cuando puedo, mantengo una vocal rodeada de nuevas compañeras, o dejo una consonante novata en su nueva función. Intento incluso mantener el idilio de una sílaba en un nuevo escenario. Y nadie, salvo ellas y yo, sabe de sus antiguas vidas.