viernes, julio 08, 2005

Desayuno

Me senté en la única mesa libre haciendo equilibrios, el plato con las tostadas en una mano, el café en la otra y el periódico apretado con bajo el brazo.
Ella entró en el bar y al verme fue derecha a mi y se sentó.
-Hola. Perdona que me presente así, pero tenía que decírtelo cuanto antes. Me voy. Tengo que dejar nuestra vida. No quiero que volvamos a vernos hasta que seas otra vez mágico. No vengas a buscarme hasta que vuelvas a controlar mis sonrisas a voluntad.
Se levantó, me besó la mejilla al pasar y siquiera me dejó su nombre para tratar de conjurarla.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y tú? Saliste corriendo después?

Daniel dijo...

Lo intenté, pero el camarero se empeñó en que pagase antes...

Salud