jueves, diciembre 02, 2004

Incapaz

Perdona.
Quise anoche escribirte,
intenté levantar la pluma que dormía en la mesa
y con las dos manos fui incapaz de moverla.
Quise abrir el cuaderno para
rozar al menos las hojas con el dedo
y escribirte el silencio.
Pero se negó.
Fue imposible hacerlo.
Quise al menos hablarte,
en mi habitación vacía.
Pero mi garganta estaba seca,
y las palabras ausentes.

No te he dicho aun que anoche
estuve a punto de llorar.

a Fernando Durán. 1-5-1937 a 2-12-2001

lunes, noviembre 29, 2004

Magnesia.

En alguna noche a oscuras
olvidé como escribir.
(¿La 'a'? Eso es un circulito
con una pequeña colita)

Dejé el habla perdida,
creo que en la cafetería
(Repite conmigo:
Mi mama me mima.)

Más allá del uno,
soy incapaz de contar
(, cuatro y cinco.
Cinco deditos)

Ya no sé qué,
ni quién soy.
(¿Qué significa 'que'?
¿Qué es eso de amar?)

miércoles, noviembre 24, 2004

Rencuentro

Buscaba otra cosa, algo absurdo, y encontré mi pluma.

Plumas tengo muchas, pero esta pluma verde que solo conoció tinta Montblanc, también verde, tiene la punta gastada de arañar cuadernos. Y decidí invocarme y volverla a usar. La limpie, tenía un resto seco de tinta en el depósito. La recargué apretando el émbolo y de nuevo estaba lista para la escritura.
Abrí un cuaderno casi vacío y esperé empezar a llenarlo con alguna historia. Pero llegué yo, en tantas noches de adolescencia tumbado sobre la cama, escribiendo apoyado en el viejo tablero de ajedrez.
Intenté diseñar algún argumento pero solo resonaba la pluma arañando el recuerdo de mi letra haciéndose cada vez peor y más personal, mas alargada en el intento de alcanzar las ideas inconexas más rápidas que mi mano.
Quedé mirando el índice y caí en la cuenta que no tenía ya esa zona suave pulida del roce de la pluma. Y sin embargo no era una extraña, era aun mi lengua en noches de soledad, mi linterna mientras buscaba lo que guardaba enredado con los sesos, mi cómplice en sospechas y deseos, mi cordada salvadora. Y me preguntó, natural y cariñosa "¿Y qué estuviste haciendo?" La acerqué al papel, y rocé en un segundo.
"Echar mucho de menos".

martes, noviembre 02, 2004

PUZZLE

La vida como un puzzle,
las piezas frente a mí
en un baile infinito.
Y yo sin saber
si hacerlas encajar
o buscar el sitio
donde lo haga yo.

lunes, octubre 18, 2004

Certeza

No dudo,
ni pienso,
ni se,
ni espero,
ni sueño.

Deseo.

viernes, octubre 08, 2004

Realidad

Anoche
cerré los ojos
y desperté.

martes, octubre 05, 2004

Musa

Acurrucada, la pluma enmudece,
asustada
por el rugido hambriento
del papel en blanco

martes, septiembre 21, 2004

Nuestro

Es imperfecto,
abollado y con remiendos.
Pero es amor,
cómodo como un jersey viejo.

miércoles, septiembre 08, 2004

Sin filo

No me gustaba lo que veía
y con una cuchara de acero
me he sacado los ojos,
los he tragado.
Ahora
desde esta perspectiva
sopeso lo que veo.

lunes, septiembre 06, 2004

Hoy

Esta mañana no me ha gustado
la cara del tío que había
mirándome en el espejo.
Al terminar de lavarme los dientes
la boca me supo, no sé,
a sangre, a leche agria,
o a noche en mal estado.

Hoy el aire pesa demasiado,
y al respirarlo,
me empuja hacia los pies.

(El viento me chilla desagradable,
el sol murmura entreoculto en nubes,
el coche gruñe huraño en el atasco)

Que alguien me diga, por favor,
aunque sea yo,
como traducir
lo que me dice este día
a un idioma más cercano.

jueves, septiembre 02, 2004

Anécdota (Antiguo)

Hace ¿Un mes? Me desperté, salté de la cama y pisé al gato. No, no fue fuerte, a decir verdad, casi le pisé, pero es que yo no tengo gato, ¿cómo iba a saber que estaba allí? Tras la sorpresa de despertarme y casi pisar un desconocido gato, vino la curiosidad. La ventana estaba cerrada, y la puerta. Y el gato, friolero, había subido a mi cama y buscaba acomodarse entre las mantas. Lo cogí y se dejó. ¿Qué tipo de broma era esa? Zalamero, se puso a ronronear. Le di leche y le puse de patitas en la calle. "Aquí no viven gatos", le dije.
La tarde siguiente casi me sobresalté al verle salir de la cocina, tranquilo y confiado. Lo vi pasar de refilón, y si no lo conociese, quizás me hubiera impresionado. ¿Había vuelto? ¿Y por donde entró? Esta vez no le di leche, que no se tomase confianzas, y le puse de patitas en la calle. Siguió entrando, el malvado. Era inquietante. ¿Qué ventana o puerta cerraba mal? Y yo no tengo chimenea. Se lo comentaba a Sara, buena amiga.
- Y entra cuando quiere, quien sabe por donde, para pasearse por mi casa o dormir un rato.
- ¿Y que mas te da? Animalito.
Ella lo veía gracioso. El animalito me había cogido cariño.
- Así no estarás solo.
Y fácil, lo veía fácil. ¿Era el problema que un simpático gato viviese conmigo o que algo pudiese entrar en mi casa a placer, sin que yo supiese por donde? Era que el simpático gato viviese conmigo, claro.
Leía una tarde, tumbado en el sofá, y de quien sabe que esquina saltó sobre mi estomago, y quiso jugar con mi libro. Me tuve que poner serio.
- ¡Eh! ¡Seamos serios! ¿Vale?
Paró de soltar zarpazos al libro.
- Vale. Bien que entres a placer. Bueno, lo entiendo, se está bien aquí. Que no entiendas que "de patitas en la calle" es que no te quiero aquí y no un "hasta luego cariño. Vuelve pronto". Pero déjame descansar ¿De acuerdo?
No se si me entendió. Dejó el libro y se fue al servicio, a desparramarme el papel higiénico por el suelo.

- Lo que tienes que hacer es ponerle un ovillo de lana. El pobre se aburre.
Sara es un pozo de sabiduría. Practicaba el pensamiento lógico con pericia, y descartaba las partes superfluas del problema con naturalidad. Que no lo quisiese conmigo, fuera. Que tuviese pase VIP, que me desparramase el papel higiénico, que maullara pidiendo leche, que no me dejase leer, todo eso descartado. "Esto, esto, y esto, se van", como decíamos cuando niños con las ecuaciones. La x era que el animalito se aburría.
Vinieron unos amigos a casa, y cuando estabamos sentados, hablando, noté que uno de ellos le tenía sobre las rodillas acariciándolo.
- ¡Qué bonito es tu gato!
El animal era bonito, si. Atigrado, elegante, y si le dejaba, cariñoso. Pero no era mi gato.
- No es mi gato.
- Vive contigo. Es tu gato.
- Déjale tu tarjeta de visita, quizás te prefiera.
Le puse de patitas en la calle. Al gato, no al amigo. Aun me llamaron, medio en broma, cruel. Hubo quien se sorprendía.
- Pero si es muy fácil. Dale dos patadas y listo.
Yo no podía hacer eso, claro. ¿Le iba a hacer daño? A fin de cuentas, pobre gato. Solo quería que cuando yo le pusiese de patitas en la calle, él no volviese. Pensé entonces en el amigo que me dijo que el gato era bonito. Podía regalarlo. Técnicamente, regalarlo implicaba decir que era mío, y que traspasaba su propiedad, pero esperaba que nadie se diera cuenta. Imposible. De pronto nadie podía tener un gato en su casa. Aunque, a fin de cuentas, estaba seguro que aunque lo diese, volvería a mi casa. Otra solución era hacer mi casa menos cómoda. Abrir todas las ventanas en pleno invierno, o poner el aire acondicionado a tope. Que dijese "aquí no se está bien". Pero yo también lo pasaría mal, y eso era absurdo. Si al menos supiese por donde entraba el gato... Ya le tenía que hablar, estaba como loco.
- Oye, creo que yo también tengo que decidir, ¿no? ¿O es que yo no pinto nada en decidir con quien vivo?
Me ignoró soberanamente, se tumbó junto al radiador. Hacía frío y no le puse de patitas en la calle, pero me puse a pensar. Él me había adoptado a mi. ¿Tenía derecho? Realmente, el mismo que yo para adoptarlo a él, o a cualquier bicho que eligiese. Lo único que tenía a mi favor era que yo pagaba las facturas, pero salvo lo que yo le daba de cuando en cuando, él nunca parecía necesitar alimento, y siquiera tenía cajón de arena. Molestaba menos que mucha gente que conocía. ¿Era orgullo lo que me impedía aceptarlo? Me fui a una tienda de animales. Compré una caja de arena, y una cestita. Cuando llegué a casa, el gato ya no estaba. Por supuesto, no volvió nunca más, y en el fondo de un armario guardo sus cosas, aun sin abrir. Por pereza, por si acaso fuera a volver... que se yo. Supongo que por pereza. Porque seguro que ahora no querrá volver.

(Año ¿1995?)

martes, agosto 31, 2004

¿Quieres jugar?

Yo quiero jugar entre tus ojos, saltar de uno a otro, provocarte la risa, deslizarme entre tus labios, saltar desde la barbilla. Quiero esconderme entre tus pliegues. Esperar que vengas a buscarme, tocarte un hombro, el opuesto, y al girarte equivocada, hacerte cosquillas, provocarte otra sonrisa, alejarme un poco lento, ver si me pillas.

viernes, agosto 27, 2004

Y nada

Llevaba meses sin contar una buena historia. Cansado de esperar, bajo de imaginación, salí de casa dispuesto de buscarla mirando el mundo a mi alrededor.
Paseé por un par de calles casi vacías por vacaciones y carentes de interés. Di una vuelta silenciosa por el parque donde solo las chicharras hacían algún ruido. Deambulé por la zona comercial inundada de rebajas y aires acondicionados.
Harto de no encontrar nada, volví a casa, y al entrar choqué conmigo que justo salía a buscar alguna poesía.

miércoles, agosto 25, 2004

San Lorenzo

Subí a la azotea, me tumbé mirando al cielo, con la secreta certeza de que no vería ninguna lágrima de San Lorenzo. Y espere. Dejé que los mosquitos se cebaran conmigo, que mis ojos se adaptaran a la oscuridad y fueran apareciendo estrellas nuevas. Ignoré las televisiones lejanas, alguna tos, me cobijé en los grillos cantando y en el leve viento. Y me invitó mi memoria a un viaje por noches en las que estuve, ordenándolas según su criterio. Las vías del tren, soledad, el campo. Un cometa deslumbrándome en el cielo. El río, el ruido, el alcohol. Y una nuca blanca aparecer entre el pelo suelto. Frío, música y un secreto políticamente incorrecto. Al principio creí que podría desviarme, sugerir un camino cómodo entre los recuerdos. Al final llegaron lágrimas, aunque no fueran de San Lorenzo.

jueves, agosto 19, 2004

Previsión

Quemado el calendario hoja a hoja,
tirados ya los periódicos y la radio,
falta algo.
No sé que, pero falta algo.

Hay horas en las cuales no quiero escribir,
por miedo a lo que encontraré.

El reloj. Deshacerme también del reloj.



martes, agosto 17, 2004

De copas.

Anoche vino mi padre a buscarme, a invitarme a una cerveza. Hacía años que no tomaba una, pero no he dudado, fuimos al bar, nos apoyamos en la barra, y charlamos mientras el amargor me recorría la garganta. Reímos un rato, compartimos anécdotas, bebimos de nuevo. El despertador desconsiderado nos hizo marchar sin pagar, y tampoco anoche pude decirle cuanto lo echo de menos.

miércoles, agosto 04, 2004

Viaje

Del sur al norte en una noche
Del norte al sur en una tarde.
De ti a nada en un segundo

CONSEJO

Y mirandome directamente a los ojos, me dijo muy serio

-No importa quien sea, no importa lo que digan. Todos somos egoistas, todos somos embusteros. Al final, cuando a alguien le interese engañarte, lo hará. No debes jamás fiarte de nadie. Nunca. Hazme caso, chaval, no te miento.

lunes, julio 05, 2004

EL MAR (Antiguo)

"Tan cierto como que mañana saldrá el sol". Él escribía en la arena, justo en la orilla, y el mar se ocupaba de borrarlo todo una y otra vez.. Pese a ello, en cuclillas sobre la arena, volvía a usar la media concha en escribir frases cortas.

-¿Qué haces?

Se giró, sobresaltado. Una niña delgada le miraba, extrañada.

-No sé; escribo.

Se hizo un silencio. El mar les mojó los pies, pero ninguno hizo nada para evitarlo. Se miraban. Él se perdió por un momento en sus cabellos negros, y pensó en la mujer que sería. Ella seguía mirando la concha en su mano, y no estaba satisfecha con la respuesta dada.

-¿Qué escribes?
-Nada en concreto. Solo me aburría, y por hacer algo...
La playa estaba casi desierta, y aunque el sol calentaba, el frío viento robaba el calor de la piel. La niña sonrió.

-¿Te aburres? ¿Te cuento un cuento?
-Sí, por favor.
-Vale, siéntate. Pero ¡oye! ¡Que te mojas! Vamos allí.- Ella señalaba una barca tendida en la arena, y sale corriendo hacia allá. Se sienta en su vientre y le espera. Le mira levantarse y con un poco de indecisión, se acerca hacia ella, sentándose a sus pies, que cuelgan desde la barca.
-¿Qué cuento me vas a contar? ¿Lo conozco?
-No lo se. ¿Cuáles sabes?

Hacía tanto tiempo de cuentos ¿Cuáles sabía? No importaba.

-Muy pocos. Tú empieza, si lo conozco te lo digo, ¿vale?
-Vale. Hace mucho, mucho tiempo había cerca de aquí un faro. Era un faro grande, de piedra gris, y cuando había tormenta se encendía para señalar a todos donde acababa el mar y empezaba la roca. El farero era ya un hombre mayor, y temeroso de que un día le pasase algo una noche de tormenta y quedase la luz sin encenderse, estaba atento a todo el que venía de fuera y pareciese sin hogar al que volver. Esperaba encontrar a alguien joven que quisiese vivir con él. Un día apareció en el pueblo un joven con una quemadura en el brazo, grande, alargada, y algunas heridas frescas en el rostro. Le invitó a vivir con él, y aceptó. Pero no había un día sin que el joven despertara y pareciese un castigo hacerlo. No pasaba un día sin que subiera a lo más alto del faro y quedase mirando el mar horas y horas, en silencio. Pese a no quejarse, el joven irradiaba tristeza a su alrededor, y quizás si el farero hubiera sido más joven le hubiera contagiado, o tal vez le hubiera echado. No lo hizo, en cambio. Cuando ya estuvo curado de todas sus heridas y siguió igual, el anciano le preguntó que le ocurría. "¿Qué te pasa? ¿Por qué nunca sonríes? ¿Nada en la vida te alegra?" el joven negó. "No, ya no. Los míos murieron y solo yo sobreviví. No pude salvar mas que mi cuerpo, pero algo dejé en el incendio." "Escucha,"- le dijo el farero.- "existe un remedio para tu mal. La próxima luna llena coge una barca, y vete al centro de la bahía. Llena un vaso con el agua que más refleje la luna, y bébetelo. Si eso no lo arregla, nada lo hará." El joven le dio las gracias, y por primera vez miró de veras el rostro que tenía frente a si. Gastado, lleno de arrugas y quemado por el sol y el viento. Todo ello y unos ojos preocupados que le miraban fijamente. Una semana después, llegó la luna llena, y tal como dijo el farero, el joven cogió una barca, remó hasta la bahía y pronto creyó ver el sitio donde más brillaba la luna. Impetuoso remó hacia allá, pero el movimiento del barco deshacía el reflejo, y no podía llegar. Además, a unos metros parecía ahora estar el sitio donde más se reflejaba la luz. Estuvo persiguiendo sin parar el reflejo, ahora maldiciendo al viejo, ahora a la barca, ahora a la luna, ahora a él, que remaba sin parar para beber un poco de agua de mar. Cuando se cansó, se tumbó en el fondo de la barca y se puso a mirar la luna hasta que, del cansancio, quedó dormido. La corriente le llevó poco a poco a la playa, donde por suerte, quedó. Al despertar se fue al faro, enfadado. "¿Querías burlarte de mi, viejo? No se puede coger el agua donde más brilla la luna. ¿Es que querías enseñarme que no tengo solución? ¿Es eso?" "Quizás. La próxima luna llena, iré contigo. Y si no puedo yo tampoco llenar el vaso, te dejaré el faro a ti solo, para que hagas lo que quieras con el ¿trato hecho?" El joven aceptó, y en las semanas que pasaron mientras esperaba que de nuevo la luna llena iluminase la bahía, la impaciencia le carcomía. ¿Podría curarse? ¿Ganaría de verdad algún motivo para vivir? Llegó por fin la luna llena, y el farero dejó el faro de noche por primera vez en muchos años. Se sentó en la barca, con el vaso en las manos, y dejó que el joven remase. Él les llevó de nuevo al centro de la bahía y le señaló "Ahí está el reflejo más brillante" y furioso fue acercándose, remando con más fuerza. El reflejo se quebró de nuevo, y frenético agitaba los remos. "Allí, ahora está allí". Poco después, agotado, de nuevo se quejaba al viejo. "¿Lo ves? Es imposible." El viejo cogió el vaso, lo llenó de opaca agua de mar recién agitada, y lo dejó sobre la tabla de la barca. Al poco el agua se calmó en el vaso, y pudo verse la luna reflejada en él. El anciano bebió del vaso y se lo tendió. "¿Quieres beber? ¿O prefieres seguir tras la luna otra noche más?"...

La niña palmeó violentamente.

-Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

El hombre la miraba, asombrado.

-Pero, ¿y el vaso? ¿Se lo bebió? ¿Funcionó? ¿Qué pasó con el faro? ¿Y el viejo?

Ella se reía sin parar.

-Me tengo que ir. ¿Te gustó el cuento?
-Mucho, muchas gracias ¿Quién te lo contó?

Se encoge de hombros, salta de la barca, y comienza a irse, corriendo.

-No se, ese cuento es de aquí. ¡Me tengo que ir!

La miró alejarse, aun perplejo por la niña, por el cuento, y aun le dio tiempo a ella a chillarle algo, antes de desaparecer de su vista.

-¡No bebas mucha agua de mar! ¡Está mala!

La marea ya casi llegaba hasta él y la concha estaba sumergida bajo las olas. Se fue a su casa.

jueves, julio 01, 2004

Madurez

De siempre me parecio extraño, un desperdicio, ese arte que se ejecutaba para no volver más. Una danza, una canción improvisada. Palabras escritas en la arena.
Afortunadamente un día entendí que por vivir en un instante efímero, ese arte tenía un valor distinto y único para mi.

miércoles, junio 23, 2004

Noche de San Juan

Hace tiempo, tras la noche de San Juan, alguien me dijo que habías hecho brujería con mi nombre.
"Lo escribio en un papel y lo dejó toda la noche a la luz de la luna, hecho una bola, junto con otros papeles con otros nombres. Y el tuyo se abrio"

Y no pudo sorprenderme, ni lo hago ahora, tantos juanes despues.

jueves, junio 17, 2004

Fugaz

Un día, al montarme en el autobús, estabas ahí, sentada al fondo.
Y antes de bajarme tuve que pedirte que, por favor, me dijeras tu nombre, para poder al menos recordarte con un poema.

martes, junio 15, 2004

Mudanza

Después de la mudanza, de cargar docenas de cajas, bolsas, de subir y bajar escaleras, cansado, dolorido, me tumbo por fin.
Y haciendo recuento me doy cuenta que lo que realmente me importa no perder no necesité traerlo empaquetado.

miércoles, junio 09, 2004

Postulado

Todo el mundo es inmortal. Hasta que se demuestra lo contrario.

martes, junio 08, 2004

Segunda oportunidad

-¿Quieres volver?
-¿Tener 5 años de nuevo? ¿Estás loco? ¡No sería capaz de repetir todos los errores que me han traido hasta aqui!

viernes, junio 04, 2004

No, distinto no es peor.
Tampoco mejor.

miércoles, junio 02, 2004

Diluvio

Anoche llovían sentimientos. Levanté la vista tratando de ver de donde venían,pero caían con fuerza, y por más que miré, no pude averiguar nada. Solo logré terminar empapado.

Cartas

Últimamente cambio tanto día a día, que he empezado a escribirme cartas. Para enviarlas las meto en un sobre y las pierdo por casa, esperando que cuando las encuentre me cuenten como era la vida cuando yo era el yo de entonces.

viernes, mayo 28, 2004

Soñoliento

Estoy cansado de despertarme inquieto
habiendo soñado con quien no existe
o ya no existe
o para quien no existo
o para quien ya no existo
o no supo jamas que yo existía

jueves, mayo 27, 2004

Presentación

Llego y me saludo. Me palmeo el hombro. Subo al estrado. Levanto las manos y muestro las palmas vacías. Eso es lo que tengo que ofrecer. Saco el forro de un bolsillo, dejo descubierto el otro. Eso escondo.

Bajo del estrado y me siento. Me chillo:

-¿Y qué haces entonces aquí?

Vuelvo a subir al estrado. Me encojo de hombros. Dudo. No contesto. Intento recordar un buen chiste para empezar con buen pie, pero no hay manera. Bajo otra vez, me siento, me pongo cómodo y espero mi respuesta.