miércoles, noviembre 24, 2004

Rencuentro

Buscaba otra cosa, algo absurdo, y encontré mi pluma.

Plumas tengo muchas, pero esta pluma verde que solo conoció tinta Montblanc, también verde, tiene la punta gastada de arañar cuadernos. Y decidí invocarme y volverla a usar. La limpie, tenía un resto seco de tinta en el depósito. La recargué apretando el émbolo y de nuevo estaba lista para la escritura.
Abrí un cuaderno casi vacío y esperé empezar a llenarlo con alguna historia. Pero llegué yo, en tantas noches de adolescencia tumbado sobre la cama, escribiendo apoyado en el viejo tablero de ajedrez.
Intenté diseñar algún argumento pero solo resonaba la pluma arañando el recuerdo de mi letra haciéndose cada vez peor y más personal, mas alargada en el intento de alcanzar las ideas inconexas más rápidas que mi mano.
Quedé mirando el índice y caí en la cuenta que no tenía ya esa zona suave pulida del roce de la pluma. Y sin embargo no era una extraña, era aun mi lengua en noches de soledad, mi linterna mientras buscaba lo que guardaba enredado con los sesos, mi cómplice en sospechas y deseos, mi cordada salvadora. Y me preguntó, natural y cariñosa "¿Y qué estuviste haciendo?" La acerqué al papel, y rocé en un segundo.
"Echar mucho de menos".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre hay que tener activas las esperanzas de volver a vivir historias de amor...

Marcel·lí

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