miércoles, septiembre 28, 2005

Vacantes

Algún día no debí cerrar la puerta. O alguno de ellos la logró abrir. Y yo llegué, y encontré la sala de mis personajes vacía. La luz apagada. Alguna colilla en el suelo. Llamé y sonó eco. No dejaron ni una nota. No quedó ninguno.
Y ahora, sin ellos, mis historias se agolpan sin poder salir. Ronronean inquietas, y no me basto para representarlas. Trato de desdoblarme, pero apenas logro ser un secundario falto de trazo asiduo a relatos inconclusos. Intento buscar de nuevo, lanzo nuevos temas, pero ninguno aparece.
Las historias nunca llegan.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Van a llegar, no te preocupes.
A lo mejor están ahí.
¡Vamos, que tú puedes!

Abrazos


Guido

Anónimo dijo...

Hay momentos en que parece que nuestros personajes, nuestras historias... nos abandonan. Siempre regresan. Solamente necesitas dejar puertas y ventanas bien abiertas, acompañarse de la paciencia, adentrarse en un buen libro durante la espera y dejar que fluya de nuevo la inspiración.
Saludos

David Saä V. Estornell dijo...

Un blog inaudito, preciosista y colorido. Desde La Adelfa blanca, comunicarle que le seguimos muy de cerca, un abrazo enorme.