miércoles, septiembre 06, 2006

Larga distancia

Ayer subí del verano y al salír del tren
me han saludado nubes oscuras y viento fresco.
Hoy he salido del banco
y me ha empapado la lluvia.
He comprado un paraguas en la calle
que a dos manzanas se ha partido,
y ha salido volando.







 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te dedicas a la escritura?
me he puesto a leer a tus post en orden crológico y siempre termino preguntandome porque no son comentados y tu sigues igual escribiendo, mismo estilo, misma escensia....
escribes más bien para ti? o sólo importa dejar plásmado a quien pase por aquí???

Anónimo dijo...

Están calibrados para eso, para romperse a las dos manzanas: cuando el vendedor ambulante está ya fuera de nuestro alcance. :)

Una vez más encuentro conmovedora la forma en la que utilizas el tiempo en tus pequeñas narraciones. Sólo los niños viven en el presente. Los adultos nos diluímos. A veces encontramos en una palabra hablada o escrita el soporte para volver a tomar conciencia.


Bonita apreciación la de Morgana. Escribir es como lanzar botellas al mar, uno no puede esperar respuestas inmediatas. Recomiendo, sobre el tema, la carta a Glenda ("botella al mar - epílogo a un cuento" en "Deshoras" de Cortázar).

Anónimo dijo...

Por cierto, hablando de Cortázar, me gustó mucho un post tuyo que leí ayer. Como no se podían dejar comentarios anónimos y estoy en una fase asocial no quise dejar nada. Sin embargo, me viene ahora a la cabeza que tu post me trajo a la cabeza aquel personaje, un samurai que era inasequible no tanto al desaliento como al honor, y se negaba a hacerse el harakiri. Bromas aparte, me gustan las personas ecuánimes, aunque se rallen un poco y creen artilugios matemáticos extraños, o precisamente por ello: el afán científico siempre logra emocionarme.